MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

miércoles, 27 de abril de 2011

¿POR QUÉ SE ACABARÍAN LAS HADAS?






Foto de Internet.
Él veía correr las aguas del río. Ya no eran tan limpias a las que él vio cruzar en la niñez y la juventud cuando en compañía de sus amigos se adentraba para bañarse. Este estaba sucio y mal oliente. Claro, desde arriba los habitantes arrojaban porquerías que llenaban de sedimento el cauce. En un remolino que se creaba en frente de un sauce derecho y de gran tamaño, se arremolinaban y daban vueltas: colchones que fueron testigos de pasiones sin amor, pedazos de lo que fue una cama, animales muertos que antes fueron alegría de algún hogar, ramas y hojas que se cayeron del tronco porque los años les jugaron una mala pasada. Sus ojos giraban a la par del torbellino, que era igual al que da la vida en sus avatares sorpresivos; amables unos, cruentos otros; pero de la misma forma en que salen los que están atrapados por las aguas en el rincón giratorio, el ser humano logra vencer las dificultades que él mismo se buscó en muchas oportunidades.




Eran tantas y tantas cosas que pasaban por el lecho del río, que buscó acomodo y sentarse para poder observar los dispares objetos que cruzaban impulsados por la corriente. De pronto y como por encanto, vio que venía plácidamente un libro de cuentos para niños. Se levantó cómo un relámpago, tomó una caña y logró traer hasta





Foto de Internet.
la orilla aquello que seguramente había pasado por muchas manos angelicales de niños aprendiendo las primeras letras unas veces; otras, por arrugadas de abuelos que temblorosos hacían dormir a los nietos mientras ellos recordaban su pasado o de padres cansados, les leían fábulas de animales para que a sus hijos les creara en en la conciencia el respeto por la naturaleza. El libro en sí estaba borroso por los efectos del





Foto de Internet.
agua y flácido, pero con sumo cuidado pasaba sus hojas. En la página número 15 casi imperceptible distinguió la imagen de un hada igual a las que él tanto llegó a querer en sus primeros años, aquella que con la varita tocaba una piedra y se convertía en un ser humano lleno de belleza y bondad, con ella, también desaparecían la maldad de un solo tajo. Se le vino a la mente el querer invocar en ese momento a su hada madrina. Verla llegar y con su voz dulce y acariciadora le dijera: ¿qué quieres de mí buen hombre? Solo quiero de ti hermosa criatura que cambie la mentalidad del mundo actual: qué los padres sean buenos, que los hijos los respeten, que el hombre no mate por dinero, que las niñas no se embaracen antes de tiempo y que todos llenos de amor respeten el universo. La realidad le dijo otra cosa: ¡Eso es una quimera! Sintió exasperación y arrojó de nuevo el libro a las aguas vertiginosas del río.


miércoles, 20 de abril de 2011

EL GALLITO DE PELEA.


Foto: AMV.

El barrio un día cualquiera amaneció con un nuevo habitante. La mañana estaba gris, la negrura de las nubes hacía presagiar que muy próximo estaba un aguacero. En un ante jardín (sin jardín) y de una estaca amarrado se encontraba un gallo de pelea que alguien sin saberse porque, lo había traído al lugar. Pasaban los días y el animal continuaba girando entorno a la estaca. Crecía tan rápido que cuando menos se pensó ya era un hermoso ejemplar de vistoso plumaje con su altivez y carácter agresivo que distingue a la raza. Una mano caritativa lo desamarró y le brindaba comida. Nuestra ave ni corta ni perezosa empezó a caminar las calles del lugar con su andar vistoso y coqueto. Escarbaba aquí y allá buscando lombrices, grillos o cualquier cosa que le brindara alimento. Al llegar la tarde, se sube a un árbol de mangos frondoso que lo cobija y lo cuida de algún otro animal que le pueda hacer daño durante la oscuridad de la noche.

De la manera que apareció, se encontró aferrado a una pareja. ¿De dónde llegó la concubina? También sera un misterio. Caminan juntos. Él, escarba y ella lleva al pico el alimento que engulle de un solo picotazo. Se fueron haciendo con el correr del tiempo parte integral de los habitantes quienes de buen corazón les dan de comer y, cómo pasa en una relación amorosa, llegaron los pollitos. Mientras estaban pequeños

Foto AMV.

los cuidaban a todo paso que daban, pero fueron creciendo, ya se les veía tomando sus propias determinaciones; caminaban solos cuadras enteras sin importales para nada sus padres, esperaban que los carros pasaran para atravesar la calle, eso sí, al llegar las primeras sobras de la noche se lanzan al encuentro de los progenitores para subir al árbol y dormir a pierna suelta.

Viendo el comportamiento de éste grupo de animales: el amor por los pollitos y la fidelidad de la pareja, me he quedado lleno de nostalgia de ver cuan distintos somos a esos mis nuevos vecinos...

miércoles, 13 de abril de 2011

EL ENCUENTRO SORPRESIVO CON LOS AÑOS.


Pacho mi perro.

El jardín había comenzado a florecer. Una que otra mariposa revoloteaba por el patio, una arañita que con amor, destreza y paciencia iba tejiendo su red para cazar a las presas que serían su alimento. Rumores diferentes llegaban desde la calle hasta sus oídos. Sin saber cómo ni cuando se vio rodeado de espesa vegetación, los ruidos que escuchaba no eran de pitos de vehículos, eran cantos de aves encaramadas en las copas de los árboles; estiró la mano, allí estaba su fiel perro Pacho, un Rottweiler que lo acompañaba desde hacía mucho tiempo y con quien él se sentía seguro. Ambos caminaron por la espesura hasta salir a campo abierto. Se detuvieron a mirar el paisaje.

Foto de Internet.

En la lejanía las enormes montañas verde-azuladas que eran el encanto de su tierra, besaban el cielo azul desprovisto de nubes; un halcón se desprendió en veloz picada para tomar entre sus garras una avecilla que sería el alimento de sus pichones. Veía los surcos de la tierra que labraban los campesinos cerca del ondulante río, el humillo que salía de los tejados de las casitas humildes pero llenas de amor de los habitantes del sector; estaba envelesado con la armonía de la naturaleza a la quien ya nadie respetaba por falta de cariño y que cambiaron por la tecnología. Sorpresivamente es-


cuchó una voz grave y pausada que le dijo: ¿Estás observando lo mismo que yo? ¿Cierto qué da dolor encontrar una generación perdida en la inconsciencia? Miró a su lado y vio a un anciano de barbas Bíblicas sentado sobre una piedra llena de musgo recostado sobre su bordón. Él, asintió con un movimiento de cabeza. El anciano lo invitó a sentarse a su lado y, continuó. Tú eres menor que yo, te faltan las grandes arrugas que surcan mi rostro, el cansancio de mis piernas, el dolor en las articulaciones de las manos, las sombras tristes de la soledad y el abandono de los seres queridos por los que tanto uno luchó. Y continuó mientras yo meditaba: aún no te ha llegado la hora en que te lleven a dormir en la última habitación, que tú comida sea después de cuando todo se han sentado a la mesa; que hables y nadie te escuche, en una palabra, que seas un estorbo. Preparaste para lo que te ha de llegar...

Despertó asustado y dio gracias a Dios que todo había sido un sueño. Pero le quedaron retumbando en el cerebro aquellas palabras del anciano imaginario de su subconsciente, que él, había llegado a ver en la realidad. Temeroso y agitado, le echó una mirada tierna a su fiel perro, le acarició la cabeza y le dijo: ¡Sé que tú me me amarás hasta el final!












miércoles, 6 de abril de 2011

LO QUE SE VIO AL REGRESO.



Fontana en el parque principal de Copacabana. El agua estaba fría pero sintió más al salir del baño. Empezó arreglarse no para una cita de negocios, menos para una de amor (los años se habían venido encima), él amaba a todos por igual, pues sabía que era un mandato divino. Iba a despedir otro amigo que le cogió la delantera. Cuando se ajustaba el cinturón, pensó que eran muchos los que se marcharon abandonando el círculo de amigos que por tantos años los unió. Llegó aquello que la gente pregonaba: "a comenzado a desgranarse la mazorca". Vio mucha gente por las calles del pueblo que él recorrió de niño, carros que cruzaban veloces. Ya no estaban los balcones antiguos que abrazaba al ayer con el hoy. Estorbaban y por ello fueron derribados. Creía que se había equivocado de pueblo. Las caras de los transeúntes no le traían ningún recuerdo; pasaban atropellados por la vorágine del consumismo y de la agitada vida moderna. Su escuela no era la de las grandes ventanas por las que se entraba el aire que refrescaba las caras alegres de los niños, se le asesinó para dar cabida a una mole de cemento antipedagógica; en las aceras se hallaban cuerpos humanos con niños ejerciendo la mendicidad, en las bancas o diseminados por el parque, pequeños grupos de alcohólicos, en su tiempo, ni lo uno ni lo otro existió. No fue un poblado de elevado sistema económico, pero sus gentes trabajaban honestamente y con eso bastaba.


Torre de la iglesia de Copacabana.

Elevó los ojos hasta la cruz de la torre de la iglesia y dejó que sus lágrimas se escaparan. No. Ese no era el tranquilo pueblo al que llegó de niño. Este estaba lleno de discotecas con música estridente, con niñas y jóvenes consumidores de drogas; la pasividad que se ejercía por legado, estaba ausente. Si gritaba denunciando lo que sus ojos veían, lo tratarían de retrogrado pasado de moda. De inmediato recordó el disco de los Chalchaleros: "(...) entonces a que volver, si han cambiado hasta el recuerdo...".

Con la cabeza gacha y caminar cansino llegó hasta el lugar en que su amigo descansaba eternamente, sintió hondo pesar...tomó el carro que lo traería de regreso, desde la parte alta le dio la últimas mirada a las luces que titilaban allá abajo y alcanzó a decir: ¡Te fuiste de la misma forma en que se fue Álvaro...!