MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

miércoles, 9 de julio de 2014

¿CÓMO ES QUE ESTÁ VIVO?


Dulce empleo

Se llega a ocupar espacio en ésta pelota de barro llamada mundo, entrando a los codazos para abrirnos paso entre tanta multitud. En principio, se encuentra la protección de unos brazos amorosos de la madre, que nos ampara con ternura, pero, dispuesta a dar la vida, si fuera necesario ante las asechanzas del peligro. No hay llanto que no sea mitigado con un beso, ni alegría celebrada con una sonrisa que resuena como un cascabel en lo más profundo del alma. Con el crecimiento normal, se van encontrando las armas que coadyuvan en la defensa de los intereses personales. Estamos listos para la batalla por la supervivencia; hasta el organismo, se hace a nuestro lado mandándonos mensajes de alerta. Pasar esa etapa de niño, es toda una hazaña recubierta de milagro.   
Con la curiosidad normal de un explorador infatigable, ante un universo inmenso de secretos, arranca la expedición con el merodeo por cuanto resquicio abierto a su afán por descubrir y calmar su sed de rastreador. Para lograr lo anhelado, echa mano a cuanta estrategia llámese mentira o engaño sin pensar por un instante, las consecuencias que ello conlleve. El poder avasallante de la inocencia, no le da cabida al miedo. Es cuando, extasiado en la belleza y profundidad del charco que ha hecho en el recorrido la caudalosa quebrada o corrientoso río; busca el peñasco más alto para lanzarse en un clavado vertiginoso, a la profundidad oscura de sus aguas, sin impórtale que abajo lo esté esperando el hábito negro de la muerte. En su recorrido por lo desconocido, trepa igual que el mico, hasta el árbol más alto, en busca del nido que los pajaritos han formado para su albergue y sus pichones; la altura y las quebradizas ramas, no son obstáculo para calmar el deseo ingenuo de saber de la reproducción de las aves en los copas de los árboles. Esperar que desde lo alto la esbelta palmera, deje caer la inmensa hoja, para hacer un vehículo veloz, que desde la cúspide lo lance hacía lo desconocido del vértigo, sin temor al peligro que lo puede estar esperando en el alocado descenso. En su afán de conquistar, penetra a propiedades ajenas para “robar” los frutos maduros, sin el temor de dueños.

Jalea blanca

Y el perro feroz que en el corredor, agudiza el olfato y el oído para cuidar la propiedad de sus amos. Corre despavorido con el primer ladrido, pasando por debajo de la alambrada en la que queda como recuerdo de la intrepidez, jirones de la ropa, que es lo único que el can puede mostrar a sus dueños, como prueba de su fidelidad, mientras él, jadeante y sonriente sobre una piedra chupa el sumo de jugosa naranja.
    

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