MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

miércoles, 25 de marzo de 2015

"LA CASA DEL BANCO"


Naturaleza en rojo

Muy a pesar de tanto caminar por el sendero de la vida e ir dejando atrás, instantes maravillosos, envueltos en gaseosas sedas perfumadas en cuerpos de mujer; en la fragancia del aire, que bajaba desde la agreste montaña, empapado de flores silvestres, terneros recién nacidos, orígenes de aguas cantarinas, musgo aferrado a las entrañas de la heredad, no se puede olvidar o embadurnar el pasado de ingratitud y menos, olvidarlo. Camina ligado igual que la sombra a nuestro lado y crece con el contacto del tiempo. Es otro yo desandado con los enormes pies del pensamiento, que encuentra refugio en el canapé del instante, avivando con ternura el recuerdo…
Descorriendo el velo de los años con la suavidad de un pétalo en manos de una mujer, aparece el cuadro del disfrute de la niñez. En una pequeña prominencia enfrente del hogar, estaba una señorial propiedad que alguien adinerado habría construido como finca de recreo, en los albores de la histórica Copacabana. Frente enchambranado, habitaciones inmensas que daban al patio principal formando un perfecto cuadrado, con corredores amplios enladrillados; en la parte de atrás estaba el solar engalanado por una alberca enchapada con azulejos de hermosos colores, traídos seguramente desde el exterior; en éste refugio sombreado por árboles frutales, cuerpos encontrarían solaz.   


Quemado por el sol

Sus paredes gruesas, construidas con argamasa de tierra pisada por obreros honestos, fueron el bunker en que vivió la hidalguía por mucho tiempo, hasta que un día, partió. La casa quedó a la deriva pasando por varios inquilinos hasta por buscadores de ‘tesoros’ o ‘entierros’; la fueron devastando en la creencia de que los antiguos propietarios, habrían enterrado morrocotas de oro, pues intuían que gozaron de inmensa fortuna. El resto de la demolición, la ejecutamos la chiquillería que la tomamos por salto con nuestros juegos de coclí, imitación de películas de vaqueros, escondidijos y ‘guerras’ entre bandos para saber cuáles eran los más valientes. La casa del banco (no sé supo por qué del nombre), se murió poco a poco y con ella la historia, para solo quedarse en la evocación de un viejo que aún la recuerda con admiración.     


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