MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

miércoles, 14 de octubre de 2015

LAS FINCAS


Historia de lo que ya no es.

La mirada se posaba sobre las laderas de la empinada montañas, extasiándose sobre la blancura de la habitación del campesino, allí, dónde reposaban los ancestros, cobijados en la ruana, la hidalguía y la belleza pulcra y fiel de sus hembras. Un remanso de paz aferrado a la tierra, paisaje y laboriosidad. No tenían contacto con la superficialidad, las arandelas siniestras de la lascivia, eran seres creados para vivir al natural; los sueños y las oraciones, se marchaban al alba unidos en el humo encasillado en la chimenea cuando en espirales, salía a buscar la inmensidad. Por las alcobas rondaban los espíritus del bien atados por hilos invisibles de humildad y señorío, que salían al crespúsculo al corredor enchambranado, a ver morir el día bajo la luz mortecina de un candil, el revoletear de las luciérnagas y los aires melancólicos del tiple viejo, ejecutado por las manos callosas del patriarca, que a sus acordes, extraía con nostalgia, el valor impecable de su raza.
Fueron apareciendo los giros violentos del entorno, con ellos, la degradación, la ignominia y a la par los proxenetas disfrazados de altruistas vendedores de turismo ecológico, que despojaron del espléndido lugar decorado de orquídeas, azaleas, bifloras, que crecían al amparo de frondosos siete cueros y arrayanes las sanas costumbres, el carriel con sus bolsillos secretos en que se guardaban la honorabilidad de toda una estirpe.

Monumento de la raza antioqueña.

La paz conventual que rondaba por el caserón, forjado con la argamasa de ternura, amor y barro pisado, se despidió con llanto; apareció el bullicio, el sexo insaciable; se descolgó el cristo de la pared, el carriel de nutria, la ruana, los cuadros de los ancestros, para darle cabida a las bacanales; la orgía ignora que aquel lugar fue templo de virtud, mansedumbre, castidad y refugio de la familia forjadora de grandeza. Ya las aves no anidan en la copa del frondoso árbol, para que los pichones, no se contaminen de corrupción, el bambuco canta sus nostalgias a la vera del camino en desbandada buscando refugio, los insignes antiguos moradores huyen a habitar cloacas en la ciudad a ver morir su hidalguía.      
            

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