MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

miércoles, 28 de diciembre de 2016

RECORRIDO POR EL TIEMPO


ESCAPADO DE LA JAULA

Se sentía cansado. A su ya larga edad… ¿cuántos años? Para que pensar en ello. La noche se había desprendido desde las bellas cordilleras. Por las del occidente, un sol casi moribundo le daba paso a las incipientes tinieblas. No supo cómo ni cuándo se vio montado sobre brioso corcel que lo incitaba con la brida, para empezar el largo viaje.
Aferrado fuertemente a las ijadas empezó a ver las techumbres de las casas antiguas, de la ciudad en que vio la primera luz, observaba, la amabilidad de sus gentes y la sencillez en la manera de comportarse. La animosa cabalgadura relinchó siguiendo la marcha y en un santiamén llegó hasta el pueblo en que supo escribir su nombre garrapateado con el lápiz; dando vueltas por el parque, veía a los campesinos descargar las cosechas que la madre tierra les brindaba, después del sudor honesto a cada golpe del azadón; podía ver en la callosidad de las manos, la honestidad guardada en el corazón, para repartirla con sus paisanos. El galope se hizo cansino al empezar la subida por los años de juventud. No pudo quitar la mirada a la vera del camino, en las que estaba diseminada las locuras de la irresponsabilidad: licor a borbollones, asistencias a casas de escasa reputación, en que el dinero caía en manos de mujeres que vendían su cuerpo pidiendo rapidez, porque alguien más estaba a la espera. Aventuras insípidas y perturbadoras de la paz hogareña, con regreso de experiencias y bolsillos rotos. Enamoramientos casuales y vertiginosos en que no quedaron estampados en la memoria ni en la de él y menos en la Dulcinea de turno. Seguían por trocha hacía arriba, el alazán, estaba lleno de espuma de su sudor y del hocico la baba le colgaba, era muestra fehaciente que las fuerzas brutas estaban a punto de estallar, se compadeció de la montura y esperó llegar a la cima en que divisó un pequeño plan engalanado con verde césped, se apeó, le quitó el arnés para que pudiera alimentarse libremente; se dirigió hasta un árbol frondoso en que al amparo de su sombra pastaba un asno. Se subió a él, su mansedumbre compaginaba con los años que aún le quedaban por recorrer.
Le dijo adiós a su brioso acompañante y subido en el jumento en que no necesitaba ni cuerdas ni lazos para guiarlo, solo con el movimiento de sus piernas, empezó la travesía. Con lentitud, pero con paso firme del animal, podía mirar la belleza del paisaje que lo rodeaba; pasaban sin ningún inconveniente junto a tenebrosos abismos; miraba hasta la lontananza y apenas si percibía el punto equidistante entre el ayer y el hoy, pero éste, era tan pasivo y lleno de experiencia, que creía que estaba viviendo por fin su mejor época.



viernes, 23 de diciembre de 2016


miércoles, 21 de diciembre de 2016

AQUÍ CAMELLANDO


NATURALEZA HERMOSA

En el campo se aprende la música a puro oído mi don. Oyendo a los taitas y a esos tíos que venían “prendidos” del pueblo los domingos, aprendimos a “surrunguiar” los instrumentos que para entonces allá en el ‘jilo’, era por puro placer. Ya no. Ahora se hace para ganarse la vida.
Cuando no sé a qué diablo de le metió sacarnos de la parcelita, nos vinimos para la ‘ciuda’ pa’ esos morros a vivir todos arrejuntaos en esos ranchos de lata. ‘Naides’ nos daba trabajo; pasamos hambre como ratón de iglesia, pero como antioqueño no se vara, le echamos mano al tiplecito y la guitarrita, les compramos cuerdas nuevas y dele a subirnos a los buses; le cuento que nos veíamos matados con las frenadas y las curvas que daba el chofer, pero con las moneditas que nos daban las gentes de buen corazón, algunas cosas de comer llevábamos al rancho en que nos esperaban los viejos con lágrimas en los ojos.
Los borrachos, son muy buenos a la hora de dar. Eso hizo que nos dedicáramos a entrar a cuanta cantina había en este Medellín, lo malo era la ‘trasnochadera’ que nos fue poniendo pálidos como papel, pero, ahí, si llegábamos con dinero para la librita de ‘ñerbo’, que mi mama cortándose los dedos hacía rendir. La vida es dura mi don.   



miércoles, 7 de diciembre de 2016

VACÍOS...


PASOS CANSADOS 
Sin saber llegó al país principio de un continente, el asombro lo paralizó de tal manera, que quedó cómo aquellas estatuas de héroes olvidados. Constató que allí, los que hacían las leyes, creaban la trampa para esquivarlas y quienes los elegían sabían de la procedencia, pero aquello lo convirtieron en un juego en que se entretenían cada cuatro años: elegían, después querer tumbar, era la felicidad masoquista acostumbrada al dolor. Absorto estaba al oír la muerte de niños asesinados por la desnutrición en dónde todo anda 100% por 100%, prometiendo mejorar mucho todavía, anteponiendo al bla bla el himno nacional. No existía en aquel tapete verde la equidad en los profesionales brotados por la universidad, esperándolos estaba la frustración, vínculo directo a la rebeldía. Al salir de los dos mares, en donde estaba el depósito de todo lo inservible se encuentra el desperdicio del pudiente, mendrugo de satisfacción del hambriento castrado de escrúpulo, que engulle hasta el hartazgo. Más arriba en  el vericueto de ranchos de lata, la niña famélica sale dispuesta a encontrarse con la depravación de ‘protectores’ camuflados, para atravesar el portón de la penuria, descorriendo el velo de vírgenes hambrientas.
El recorrido y visto lo tenía a punto de repugnancia, flaqueaban las extremidades, el cielo arriba era gris, todo daba vueltas. Aquel ambienta de música, acordeones, bailes de carnes morenas, risas, chascarrillos, era una mascarada patrocinada en las altas supremacías fraguadas en estancias de acaudalados terratenientes, para que la continuidad de desesperación, siguiera poniendo números a las cuentas bancarias.
No era necesario estar alineado al de allá ni al de aquí, para ver, sentir y palpar que era un pueblo subyugado, al que no debía haber buscado para retraer el dolor de un mundo acechado por las desventuras, producto de la desigualdad.