MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

miércoles, 18 de enero de 2017

EL OTRO YO


CAMPESINOS EN COPACABANA

Cuando menos se pensaba, estaba ahí, hablando en forma de un ser que él amaba tanto…así, de la manera que lo había hecho el patriarca de padre, que un día partió de la querencia. Era mejor sentarse a escucharlo, era agradable, pero la disertación era larga. Comenzaba siempre con un te quiero; despejaba la garganta: “Recuerda siempre el lugar de dónde vienes, agradece sin olvidar la mano que se ha extendido para brindarte ayuda en los momentos de confusión. No dejes de pensar en los maestros que un día te sacaron de la ignorancia y sí te topas con ellos, un abrazo fuerte no está por demás. No olvides a los amigos con quienes compartiste a los trompos, al pipo y cuarta, botellón y cuando alguno de ellos, te arrebató el amor de la niña escuelera, de vestido hecho de crochet que amabas en silencio. Con el correr del tiempo veo que mejoras, han dejado huella las heridas, igual, que, los instantes de regocijo. Aunque se fueron lejos los seres queridos, ni un solo día olvides las enseñanzas y una a una, ponlas en práctica, enderezarán el camino a quien se las deposites, es alargar la belleza de la honestidad.”
Cada de aquellas recomendaciones, servían de aliciente para no decaer en una lucha desigual; combatía contra una época absurda y degradante. Continuaba…él, mientras le escuchaba: “jamás olvides la honestidad en que fuiste levantado, recuerda esa frase, mejor una aguadulce en tranquilidad que una comida suculenta en zozobra. En las tardes te decían, no juegues con los sentimientos ajenos, respeta la amistad lo mismo que el amor que te brinden. Ningún vicio es respetable. Destruye a quien lo adopta y a todos alrededor, no hagas de la vida un infierno, ama sin restricción, cuando lo que haces lleva amor, jamás tendrá frustración.” Calló. Sentí que había comenzado a irse…una pequeña lágrima rodaba por la mejilla. Era mi otro yo que vino a recordarme la pureza de un ayer y el fortín de aquel hogar.      


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