MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

miércoles, 8 de febrero de 2017

FUEGO OLIMPICO


UN BOSQUEJO

Ella es vieja, data de tiempos más allá de la edad de hielo, la traída de la Llama Olímpica, al pueblo que se quedó engarzado en el corazón. La inquieta memoria, le da sin permiso, irse a vagamundear por cuanto recodo, le dio a uno por meterse en aquella juventud tan ‘paticontenta’. El pueblo desde temprano el 20 de julio, se ponía a revoletear cómo cualquier abeja que se respete; por las ventanas arrodilladas, estaba colocada la bandera, algunas llenas de fragancia y colorido, no faltaba cualquiera puesta al revés y con unos colores que pareciera que era la pobre de otro país, pero hervía el amor patrio. Se recuerda con nostalgia a su más ferviente participante: Iván Córdoba, cívico, soñador y amigo, que aún la porta, por allá en las altura.
Si me equivoco en fecha, para que voy a pedir perdón; por allá en…1958, nos alejamos del Sito, fuimos a dar a los dominios de don Tomás Carrasquilla. Se partió trepados en el capacete de un carro de escalera de la flota La Esmeralda acompañados de deportistas, concejales y uno que otro pegado; se llevaba con cierto orgullo la antorcha ahumada del pasado año, mientras en la parte de abajo, se escuchaba cánticos de moda y una que otra grosería, era el ambiente natural de una pléyade de cofrades de la hidalguía en busca de la paz. Palabras de despedida del alcalde anfitrión, en que se usaron párrafos de cuentos de don Tomás, en que sobresalió Peralta y la humildad de su espíritu. Cerca del pueblo una familia de campesinos que venía a vender sus productos, que no conocían aquello del Fuego Olímpico, se arrodillaron llenos de devoción, cuando alguien grito: “Todos al suelo. ¡De rodillas! ¡Hincarse pidiendo perdón!  Se perdieron a la vuelta, no se volvieron a ver. La risa sigue resonando por el túnel del recuerdo. 



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