MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

miércoles, 24 de mayo de 2017

NINA, BOTÁNICA


NINA VÉLEZ MUÑOZ

Cuando se dedica a escarbar en el tiempo, se va topando con chispitas brillantes igual que en una batea zarandadora en medio de un río, quebrada o veta. En uno de esos barequeo de recordación se tropieza con la “medicina casera.” Aquellas madres de otrora, tenían igual o más conocimiento que el boticario del pueblo. En todas las casas y casi siempre junto a la ‘poceta’ o lavadero de la ropa, diseminados por el piso, tarros de todos los tamaños, de esos en que venían las galletas unas veces, otras, los de pintura; no faltaban los de beques que prestaron sus servicios hasta que los golpes los totearon y entraron a ser ingredientes en la botánica del hogar. Mi vieja (tan linda ella), era una consumada herbaria, creo que tenía los conocimientos de José Celestino Mutis, hacía sus viveros terapéuticos con el fin de ayudar al ‘viejo’ en los gastos con los hijos y no ver muy seguido al doctor Correa.
Cuando salía a las afueras del pueblo (Copacabana), por el camino estaban bellas y acogedoras fincas separadas las puertas por una manga rodeada de alambre de púa, la vieja buscaba comunicación con los dueños les gritaba: “Buenas y santas, cómo les va…amarren el perro.” Ya con la señora y después de prolongado dialogo y con aquella sonrisa pícara le iba pidiendo “piecitos” de cuanta mata existiera, haciendo énfasis en aquellos retoños o semillas de los que curarán hasta el mal de ojo. Por aquellos tarritos brotaba el apio, albaca, culantrillo, diente de león, hinojo, cidrón (cedrón) y limoncillo. A cuanto vecino ayudaba y cuando ella estaba enferma, jamás supo que hacerse.  
   


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