MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

jueves, 18 de enero de 2018

CREATIVIDAD


COPACABANA FOTO HECTOR BOTERO

      Ha…aquellos periodos en que la imaginación construía los juguetes y nadie se había dejado llevar por la publicidad engañosa, menos por la pervertida sociedad de consumo, no se seguía aquello de: “Para dónde va Vicente, para dónde va la gente.” Se estaba disfrutando de la placidez de la Escuela Urbana de Varones, los cojones se estaban poniendo activos, nuestro maestro lo era don Jesús Tapias, un señor MAESTRO en toda la palabra. Cuarto de escuela, en poco tiempo se llegaría al Instituto San Luis.
En el marco de la plaza enfrente a la tienda de Luis Gil, un árbol de algarroba, le daba albergue a azulejos, pinches, cucaracheros y de vez en cuando a los sangre toro por su pelaje color rojo en el pecho. Con astucia para esquivar a los policías se tumbaban los frutos con aquel olor a tenis de cavernícola; comiéndose la pulpa quedaba la parte dura, maciza la que en los recreos se iba raspando en piedras o el cemento que forraba la pila o en las escalas que conducía a los cuarticos en que se hacía pipí o algo más fétido que caía a la zanja, donde se perdía arrastrada por la corriente de agua; aquel movimiento recalentaba, lo que se aprovechaba para poner sobre el brazo de un compañerito. Berrido, amenaza de pelea, risas y regreso a la normalidad. La constancia daba sus frutos quedando adelgazada del tamaño de anillo. Tomando en pedazo de vidrio se empezaba a taladrar hasta descubrir el otro lado, se iba ampliando hasta poder introducir el dedo; faltaba de un pedacito de culo de botella verde, incrustarlo en la parte delantera y ahí estaba una hermosa joya creada por la entelequia, el trabajo y la perseverancia de niños con mentalidad y disfrute creador.



viernes, 12 de enero de 2018

DESENGAÑO

DESENGAÑO.

Esa mañana gris como pensamiento de frustrado, se llega hasta el frío saloncito de espera, al frente en el dintel una placa con el número 204; era el consultorio médico al que había llegado. Algo raro sucedía, estaba intranquilo. Salen una anciana y su acudiente; de adentro escucha su nombre, mientras camina ensaya una sonrisa decorosa para impresionar al galeno, mientras mentalmente ensaya el discurso para demostrar que aún está vivo y que no es un sujeto del montón, esperando con ello, recibir un buen trato ¡Oh que triste sorpresa! El médico (costeño él), no levantó la mirada y menos contestó el ensayado saludo. Dijo con su cadencia: “A qué viene.”
Entendía con claridad meridiana que aquella profesión es muy linda, que son muchísimos años de lucha, con trasnochos, sufrimientos y tantas otras penalidades para lograr un día con aplausos y risas de felicidad de la parentela el diploma que lo acredita como un nuevo mesías ante el dolor y la desesperación de un paciente. Aquella frialdad, irrespeto y mala educación al no levantar la mirada del computador que estaba en línea, lo desplomó, se sintió qué sólo era una ficha más de una cuota de sobrevivientes a la fuerza, ante la apatía, inercia, desidia de un seudoprofesional, brotado a la fuerza de una universidad desalmada paramuna.


martes, 2 de enero de 2018

VALORES EN LA BRUMA



EL ÚLTIMO NIETO

La imaginación volaba con la misma forma oscilante del insecto lepidóptero que ama el néctar de las flores. Hacía viajes cortos o extensos llevada caprichosamente por la suave brisa y cuando la lasitud de éxodo le hacía detener, encontraba amparo en alguna piedrecilla que sobresalía de aguas cantarinas bordeadas de verde césped. Buscaba con ansiedad, amaneceres otoñales, en que ninguna nube empañara el azul del cielo, para emprender los viajes agrupados en sus fantasías. Con la fortaleza de sus imaginarias alas recorría espacios colmados de belleza, rincones apacibles predestinados para el embrujo del amor, hogares matizados de nobleza, verdes campos sembrados con manos encallecidas sobre surcos de paz; hombres y mujeres bendecidos de humildad y niños de caras alegres acariciando la edad dorada de los porqués. Cuando encontraba en el trayecto el efecto de su búsqueda, la policromía de las membranas se avivaba en el colorido, formando un arco iris de esplendor. ¡Era todo un paroxismo!
Desgraciadamente, fueron pocos, por no decir nulos los hallazgos de la fantasía y no pudo acomodar las imágenes del pasado al convulso presente. La alegría de la partida se eclipsó con la amargura de la realidad; la magnificencia del ropaje, se iba deteriorando con el entorno y las alas, se tornaron pesadas.
No pudo escapar a la mirada, los campos teñidos de sangre sobre los surcos otrora fértiles, ahora enmarañados y solitarios. Agitó las alas para alejarse. Ya poco respondían. Echó un atisbo sobre los hogares y solo encontraba desunión, libertinaje y materialismo. Los aletazos eran cada vez más débiles y poco quedaba de la brillantez de las extremidades. Buscó el sitio donde el amor se regodeaba, vislumbrando vacíos de sentimientos, comprensión, fidelidad y perdón. Llorando se aferró a un árbol y se dejó morir.